Sala de té, Casa Comunal o Museo

martes, septiembre 06, 2011

Por David Fernando Duke

Por David Fernando Duke

El Museo de Arte Moderno (Marte) es uno de los más exquisitos museos de la ciudad, posee un alto estándar, ya que usualmente son los integrantes de las altas esferas del país quienes consumen arte en ese lugar, el cual “está abierto a todo el público” que pueda pagar la entrada. En su mayoría es la mara de bolas quienes van y compran, la majada solo puede observar y deleitarse en el Museo Marte, es decir nada más “mirar”.

Los eventos del Museo son elitistas y, además, se rumora que muchas veces amañados, cosas que vemos y probamos todos los días, favoritismos, exposiciones de “los mismos de siempre” son situaciones a las que nos acostumbramos en todas las esferas de nuestra vida diaria. Esto no nos extraña pues así está hecho el sistema y hay tantas cosa que decir de forma crítica pero lo más importante no es si tienen errores, puesto que en mi opinión toda gestión tiene errores y horrores, pero esta que hoy denuncio, desde mi punto de vista, es un horror que suceda en un museo de tan alto “prestigio”.

Debemos defender nuestro patrimonio artístico y, asimismo, criticar las políticas culturales implantadas, ya sea de una manera meritocrática o amiguista, no importa si de todos modos estas son impuestas a los ciudadanos porque nuestro deber es velar por el patrimonio cultural que hemos heredado. Posiblemente me vea como un loco defendiendo lo que consumen los ricos, pero es necesario no prostituir los lugares o santuarios, es decir acostumbramos a corromperlos desde la antigüedad, por ejemplo los montículos indígenas fueron usados para construir iglesias y muchas de las iglesias están sobre “ruinas”, como sabemos llamarlas. Otro ejemplo es la escuela de artes y oficios de Santa Ana que dejó de serlo para convertirse en un centro escolar de tercer ciclo y, finalmente, terminó siendo mercado, ahora solo quedan las ruinas de un legado perdido. Más ejemplos: la embajada americana fue edificada sobre montículos indígenas; el Centro Nacional de Artes que antes impartía un bachillerato en artes, hoy solamente es un cascarón hueco y mientras tanto “seguimos esperando la Licenciatura en Artes”.

Para rematar, ahora existe la nueva modalidad de “sala de té o casa comunal”. Se ha sabido que esta práctica no es única ni exclusiva del Museo Marte, hace unos meses el Palacio Tecleño de la cultura y las artes tenía las mismas políticas y “por ser lugares bellos en infraestructura” se usan para celebraciones de quinceañeras y bodas. El Marte ahora hace lo mismo, poniendo a disposición del público (que puede pagarlo) sus instalaciones, las cuales fueron concebidas para la promoción y exposición de eventos culturales y que ahora se encuentran al servicio de eventos sociales y corporativos: bodas, cocteles, bautizos, cumpleaños, despedidas de soltero/a y primera comunión.

Hablo de esta situación porque, si seguimos así, pronto veremos los mercados dentro de los museos, es decir al estilo bíblico en esa parte en la que Jesús encuentra el santuario lleno de mercaderes, profanando un lugar creado para el arte y la cultura. Claro está que cuando se piensa a modo de conquistador o de manera imperativa, se piensa en el dinero. Pero recordemos que el dinero se gasta y los legados se siguen perdiendo a consecuencia de este mismo mal que es el poder, avaricia, etc.

Posiblemente yo acabo de enterarme de esta situación que no es nueva y que, hasta después de mucho tiempo, esté vociferando ante este sistema que me pide a gritos que lo destace.

Dejo el link para que lo vean y corroboren que no es un invento. http://marte.org.sv/es/tu-evento-en-marte.html

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